Hasta hace bien poco no lo sabía, pero un 80% de nuestras decisiones, comportamientos o actitudes depende de nosotros. Sólo de nosotros. Es decir, que queda un 20% por ahí que son factores externos y que se escapan a nuestro control, pero el resto está en nuestra mano. ¿No es genial? Querer (50%) y saber (30%) ganan al poder (20%) por mayoría total. Por eso a veces hay que coger postura de superhéroes. Porque el lenguaje corporal moldea nuestra identidad. Como en el reino animal. Eso dice un estudio científico que me encanta y que en 2011 demostró cómo la postura influye en las reacciones químicas: no es lo mismo enfrentarse a una situación con la vista hacia abajo, los brazos cruzados y encorvados (segregamos cortisol u “hormona del estrés”) que como superhéroes (segregamos testosterona, la “hormona del poder”). Brazos en jarra, barbilla levantada y piernas ligeramente separadas. Un par de minutos antes de una entrevista, un reto importante, una conversación que no apetece, un público difícil… y salimos ahí fuera con otra actitud, sintiendo que podemos enfrentarnos al reto, luchar hasta el final con optimismo y confianza y dar lo mejor. Sin rendirse ni elegir la opción fácil. Dicen que no sólo nos sentiremos más seguros, sino que lo haremos mil veces mejor. Cuélate en el ascensor, baño o donde sea y cambia esos hombros, ese morro, esa postura… y transfórmate. Es, una vez más, cuestión de actitud.